Cuando David cambió la honda por un balón de fútbol
- Miguel Martínez Cháfer
- 13 nov 2022
- 4 Min. de lectura
El conjunto catalán se convirtió en el primer semifinalista del torneo procedente de Segunda División B

A veces, el fútbol es tan impredecible que ni el oráculo de Delfos podría vaticinar el resultado de un partido o el campeón de una competición. Las sorpresas en el mundo del balompié son escasas, pero cuando se dan se genera un ambiente único e irrepetible. ¿Quién hubiera dicho que Grecia sería la campeona de la Eurocopa de 2004? ¿Quién hubiera pensado en una posible remontada de España ante Malta en 1983? ¿Quién hubiera apostado en la Unió Esportiva Figueres como semifinalista de Copa del Rey en la temporada 2001-2002? Muy poca gente. Aquello cayó como un milagro en el Municipal de Vilatenim.
El conjunto catalán hizo historia al convertirse en el primer equipo de Segunda División B que lograba alcanzar unas semifinales de Copa y aquella gesta adquirió valor debido al cómo. Su camino por el torneo del KO no fue sencillo y lo normal para un equipo de esa categoría es caer repentinamente; sin embargo, las campanas sonaron más de una vez. Teruel, FC Barcelona, Osasuna, Novelda y Córdoba fueron las víctimas de una plantilla trabajada y trabajadora que nunca perdió la humildad. «Nos creíamos capaces de todo», explica Eloi Fontanella, exjugador del equipo catalán.
El tanto de todo un pueblo
En España, las aficiones saben que la Copa sirve como un escaparate para aquellos equipos que no suelen salir todas las semanas en las primeras planas de los diarios o en todos los informativos deportivos. Una competición mágica donde la ilusión de recibir en tu campo a algunos de los mejores equipos del país mueve al aficionado.
Figueres había superado de manera contundente al Teruel en primera ronda y eran conscientes de que podía tocar un equipo de mayor rango para la siguiente eliminatoria, pero lo que nunca se habían imaginado es que se iba a dar un derbi catalán: el Barça debía visitar Vilatenim. Para Sergi Raset, miembro de aquel plantel histórico, ese choque se vivió como una fiesta: «Desde que salió el enfrentamiento, todo se vivió de otra manera. Ilusión y nervios por el hecho de jugar con un equipo reconocido a nivel mundial. Fue un lleno histórico».
Una noche perfecta. Un 1-0 inesperado que volvió a sacar a la palestra la metáfora de David y Goliat. Una victoria impensable para unos jugadores con «la flechita para arriba» que días antes apostaron tintarse el pelo de amarillo si lograban la machada. Sin embargo, Julio Algar, fue el único jugador de la UE Figueres que rechazó la propuesta de sus compañeros porque tenía muy claro que el equipo lo iba a conseguir. «El Barcelona que eliminamos salió un poco más relajado de lo normal, mientras jugábamos sentíamos que en cualquier momento podíamos marcar y pasar».
Y Algar no se equivocaba. Tras aguantar las embestidas culés durante los 90 minutos, la locura se desató en el estadio cuando Kali Garrido anotó el tanto decisivo en los primeros instantes de la prórroga. Aquel momento es unas de las efemérides más relevantes en la historia del club catalán y la más importante para su protagonista. El delantero vasco se convirtió en ese instante en una leyenda inmortal. «Conseguir la eliminación del Barcelona con un gol mío es lo más importante que he logrado en toda mi carrera. Todo aquel que se pone en contacto conmigo van a ese día y me hace feliz», explica con emoción el exariete figuerense.
Vivir el momento
Una vez eliminado el Barcelona, todo fue rodado. O al menos solo en Copa. El esfuerzo físico entre semana desgastó al equipo para la competición nacional y la clasificación liguera empezó a complicarse. La UE Figueres acabó la temporada a tres puntos de la promoción por la permanencia, pero había una explicación: cada eliminatoria era una final. Para Raset, el éxito en el torneo fue tan inesperado que fue perjudicial hasta «sin querer» y Fontanella cree que fue un poco difícil llevar porque «se pasaba de una realidad a otra».
Fuere lo que fuere, el equipo iba como un avión. Osasuna cayó en los penaltis, Novelda fue uno de los enfrentamientos más complicados y el Córdoba vio como en El Arcángel se esfumaban sus opciones de estar en semifinales. El combinado de Pere Gratacós pasó de ser una sorpresa a una realidad y solo el Deportivo pudo pararlo, aunque tampoco lo tuvo sencillo. Pese a caer ante el equipo gallego, Figueres había hecho historia y la historia no se puede borrar. «Sabíamos que la habíamos liado muy gorda. El nombre de Figueres iba a estar ahí para siempre», afirma Kali.
Al igual que no hay verdades absolutas tampoco hay cosas imposibles. Ningún equipo de Segunda División B se había acercado a lo logrado por el conjunto catalán. Algunos de los jugadores de aquella plantilla vivieron la mejor experiencia de su carrera. Figueres aún recuerda aquel equipo blanquiazul que se coló en unas semifinales. Son por estas historias por lo que se dice que la Copa es mágica.
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