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Andrea Piñero: «Ningún deporte tiene un apellido exclusivo»

  • Foto del escritor: Miguel Martínez Cháfer
    Miguel Martínez Cháfer
  • 27 mar 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 27 abr 2022

La exfutbolista del Hércules Femenino, nombrada embajadora del club

Andrea Piñero, nombrada embajadora del Hércules CF Andrea Piñero

España, años 70. El país comenzaba a abrirse a Europa en la etapa final de la dictadura franquista. La sociedad dejaba de tener miedo y las mujeres dieron un paso adelante para revindicar su papel. En Alicante, el Hércules Club de Fútbol creyó oportuno crear una sección femenina y cumplió el sueño de muchas niñas de jugar al deporte rey. Andrea Piñero (Alicante, 1958) formó parte de aquel histórico equipo pionero del sur de la Comunidad Valenciana, siendo nombrada embajadora del conjunto alicantino en el año de su centenario.


«Yo me divertía más con un balón en los pies que jugando a mamás y papás», confiesa Piñero al hablar de su idilio con el balompié, un deporte al que nunca tuvo miedo. La valentía de esa joven niña alicantina llamó la atención de dos integrantes de aquel equipo femenino herculino y la captaron para entrenar. Y poco tardó en debutar. El I Trofeo Hogueras celebrado en las Hogueras de 1971 fue su presentación y la constatación de que era «un sueño hecho realidad».


«Su hija es un marimacho». «¿No tenéis vergüenza?» Comentarios como estos recibía la familia de Piñero solo por su pasión por el balón, pero nada ni nadie pudo pararla a la hora de conseguir jugar en La Viña. Era el minuto 70, el técnico Enrique Vidal se giró al banquillo, busco a esa niña de tan solo 15 años y le dijo ese tan famoso «calienta que sales». Ella no se lo podía creer, toda la gente del barrio que le había visto jugar en la calle la vería hacer historia: «Estaba hecha un flan, feliz, nerviosa. Estoy muy orgullosa por todo lo que mi familia sufrió. Lo recuerdo con nostalgia, pero de alegría».


La importancia de Tomás Tarruella

El Hércules Femenino hizo historia, pero no podría haberla hecho sin aquellas personas que creyeron en ese grupo de mujeres. Tomás Tarruella, presidente del club de 1968 a 1971, fue una de las figuras clave para aquel equipo.


En aquellos años, ver a una mujer jugar al fútbol «no era lo normal» y aunque no las veían como algo serio porque muchos hombres iban a verlas «para ver a la que tenía más pecho o a la que enseñaba más carne», Tarruella se implicó totalmente con sus chicas para que pudieran hacer lo que querían y lo que les gustaba.

El Hércules Femenino disputó el Trofeo Costa del Sol en 1973 Andrea Piñero

Piñero alaba la gestión del entonces presidente blanquiazul, quien se empeñó en dar todas las facilidades a aquel equipo femenino. Él fue el encargado de dotar a la actual embajadora y a sus compañeras de una equipación oficial y de una ropa de paseo llamativa: «Eso de ir cada una con su ropa no. Suéter amarillo con botones y pantalón verde botella para llamar la atención».


Con Tarruella en el palco, el conjunto femenino gozaba de muchas oportunidades para demostrar que no eran solo mujeres detrás de una pelota. A principios de los 70, las de Enrique Vidal disputaron varias torneos nacionales como el Trofeo Colombino o el Trofeo Costa del Sol en La Rosaleda y formaron parte de la Liga Regional de la Comunidad Valenciana, una competición que generó una gran rivalidad ante el Marcol. «Esos partidos eran como un derbi. Eran violentos y sangrientos», explica Piñero. Sin embargo, todo cambió para el Hércules Femenino cuando Tarruella se hizo concejal y José Rico Pérez tomó las riendas del club. Para él, ellas ya no eran importantes.


El principio del fin del Hércules Femenino

La época de esplendor de la sección femenina del Hércules se fue con la llegada de José Rico Pérez. Él quería gastar todos sus esfuerzos en subir al primer equipo a la élite, algo que consiguió al mantener al conjunto de Alicante en la máxima categoría durante ocho años consecutivos. «Consiguió lo que quería y nos tapó la boca. Era un empresario, entiendo su postura. No creía necesario invertir para ayudar a un grupo de niñas», apunta Piñero.


Todo el esfuerzo para hacer ver al fútbol femenino algo serio se comenzó a disipar con el trato de Rico Pérez.



No obstante, Enrique Vidal movió toda clase de hilos para conseguir empresas que apostaran en aquellas chicas hasta que encontró a Comercial Frutacal, que se convertiría en el patrocinador principal y cuya marca luciría la equipación blanquiazul.


Pese a todo, nada les quitaba la ilusión de jugar. Ellas querían seguir disputando partidos hasta entrenándose en chalets como el de Pedro Boj o cambiándose detrás de árboles o matorrales por no tener vestuarios. Las mejoras jugadoras que habían en otros equipos recalaban en el Hércules, pero el equipo ya tenía a la mejor: Teresa Aniorte. «Fue la mejor. Era como Alexia Putellas o Messi. Lo hacía todo. Jugaba de 10 y era incombustible», argumenta Piñero.

El equipo femenino alicantino siguió compitiendo a duras penas hasta los años 80. La Federación las consideraba «una amenaza», el estreno de la película Las Ibéricas FC lo estereotipó y el partido entre famosas terminó de dañarlo. Ellas querían seguir, pero el apoyo era nulo. Además, las chicas se hacían mayores y no podían compaginar sus obligaciones con su mayor afición. Pese a las intentonas de Vidal de refundar la sección con otras chicas o el intento de Jesús Cañizares de hacerlo a inicios de los 2000, el Hércules Femenino desapareció.


Hoy en día, el conjunto herculano no dispone de categoría femenina y se puede encontrar muy poca información de aquellas pioneras de los años 70. Los medios están comenzando a hablar de ellas a raíz del nombramiento de Piñero como embajadora, fueron una parte importante del club y tienen que hablar de ello sea como sea. «Lo que conseguimos no es de risa. Los primeros pasos los dimos nosotras. No éramos un grupo de niñas, sino que logramos trofeos y grandes éxitos», asegura una Andrea Piñero que tuvo miedo de hablar libremente de su experiencia al ver que el fútbol femenino no despegaba. «Ahora se nos queda la boca pequeña. Algo nos deben a nosotras», añade.


Por un fútbol sin apellidos
A Andrea Piñero le decían "cabecita de oro" por su buen remate de cabeza Andrea Piñero

Andrea Piñero, herculana desde el día de su nacimiento, se siente muy orgullosa de su pasado como jugadora, pero le preocupa que a día de hoy siga existiendo desigualdad y machismo: «Da igual que estemos en el siglo XXI. Me preocupa que en la juventud todavía sigan existiendo esos pensamientos».


Pese al avance del fútbol femenino, pensar que el balompié es aún un deporte exclusivo para hombres se encuentra presente en la actualidad. «Ningún deporte tiene un apellido exclusivo. ¿Por qué tiene que tenerlo?», defiende la exfutbolista blanquiazul con rotundidad.


«El fútbol no tiene memoria, pero si sigues y te levantas, lo puedes conseguir», arenga Piñero, que basa el éxito en el sacrificio y en el trabajo. «Seguid con vuestro sueño, no os vengáis abajo por escuchar comentarios despectivos», proclama aquella niña que con 13 años pudo vestir los colores del equipo de su vida envuelta en un mar de críticas por solamente hacer lo que quería: divertirse con una pelota.

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