Carmen Arce: «El fútbol fue lo que me salvó para no desequilibrarme»
- Miguel Martínez Cháfer
- 25 mar 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 abr 2022
La pionera del fútbol femenino fue comparada con Kubala por ser rubia y con ojos claros

«No sabía que vosotras existíais», dijo Salvador Gomar, presidente de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana, a Carmen Arce Kubalita en el homenaje a las pioneras del fútbol femenino realizado en la ciudad deportiva de Las Rozas el 6 de noviembre de 2019. Una triste realidad que está cambiando con el paso de los años.
Carmen Arce (Valencia, 1956) se enamoró del fútbol desde bien pequeña en una España en la que ver a una mujer vestida de corto era extraño, pero para ella era su pan de cada día. Jugaba con sus hermanos en su casa de campo y con los compañeros en su instituto, el San Vicente Ferrer. La portería era su sitio preferido. «Me parecía lo más normal del mundo jugar al fútbol, al igual que no hubiese equipos para que lo practicara», explica Kubalita.
Aunque la mentalidad de la sociedad de entonces era bastante cerrada, su familia y su entorno más cercano siempre la apoyaron. Los aficionados veían un partido femenino y creían que verían a un par de mujeres corriendo detrás del balón sin sentido, pero siempre se sorprendían al ver que no era así. Ellas también sabían jugar. En ese momento «en la mente del seguidor ya no existe género, solo fútbol». Sin embargo, para las instituciones aquello no era algo natural.

Arce comenzó defendiendo las redes del Racing Valencia - posteriormente Marcol- y su buen rendimiento hizo que fuera la guardameta de la primera selección española femenina de la historia. Un combinado dirigido por Rafa Muga durante la década de los 70 que arrastraba el adjetivo «clandestino», calificativo que no compartía ninguna integrante de aquella selección. «Íbamos a cara descubierta. Esa palabra me chirría», afirma con contundencia la exportera.
El periplo de Kubalita en la selección fue corto, pero intenso. Si la federación española creía que el fútbol no era para ellas y «lo veían como una amenaza», las pioneras solo querían seguir viviendo su sueño. Muga concretó varios partidos y una especie de torneo con Italia, la mejor selección europea del momento. El encuentro disputado en Córdoba fue el único que pudo jugar Arce y fue la única vez que encajó cinco goles, pero este hecho no le paró. Ese choque conllevó a que el Marcol le despidiera por orden del señor Seijó, presidente de la entidad, y recaló en el Hércules Femenino. «¿Quién rechazaría ir con su país?». Era algo incomprensible.
El mejor partido de su vida
Kubalita se encontraba sin equipo y Enrique Vidal, entrenador del Hércules Femenino, aprovechó la oportunidad. No entrenaba con las demás compañeras, pero intentaba no fallar a ningún partido. Su estancia en Alicante «no se puede comparar» con su travesía por Valencia, pero vistiendo de blanquiazul tuvo «el mejor partido de su vida» y el destino quiso que fuera contra el Marcol.
Eran plenas fallas, ambos equipos se enfrentaban en busca de levantar el trofeo que hacía honor a la festividad valenciana y el partido no empezó muy bien para los de Vidal. A los pocos minutos del pitido inicial, Arce ya había encajado un gol. La superioridad era «abismal» y la portera en seguida pensó «hoy te vas con 8», pero entonces todo cambió.
«Decidí jugar sin presión y empecé a parar, a parar y a parar», recuerda Arce al hablar sobre ese encuentro. Su buena actuación hizo que el Marcol se volcase más al ataque para agrandar la ventaja en el marcador, por lo que el Hércules aprovechó los huecos defensivos para empatar el encuentro y llevarlo a los penaltis. Desde los once metros, se decidió todo: Kubalita paró tres penas máximas seguidas y «porque no se lanzaron más». El conjunto del sur de la Comunidad Valenciana se llevó el duelo y la heroína de la contienda fue la encargada de recogerlo, encontrándose con un viejo amigo.
La familia es lo primero

El sueño que se hizo realidad en el día de su cumpleaños, aquel 11 de enero de 1971, acabó en 1974. De su carrera como futbolista no puede estar más orgullosa, pero las rodillas le impidieron seguir atajando balones y le perjudicaron en su día a día. «Mis luxaciones de rodilla me fastidiaron mi vida como persona y deportista», comenta Arce mientras añade que sus otros quehaceres también le alejaron de su pasión.
Rafa Muga no cesó hasta que la federación reconociera a aquella selección que luchó contra el contexto social y la mentalidad de la época, pero tiene una espina clavada con Kubalita: quería que hubiera jugado todos los partidos ante Italia. No obstante, la familia es lo primero y que disputara únicamente el partido ante las italianas en Córdoba fue porque su madre estaba grave en el hospital.
Si con las lesiones y la situación familiar no había bastante, el NO-DO se encargó de ahondar en el dolor de la arquera. El régimen propagandístico de Franco informó sobre aquel partido de las pioneras en la localidad andaluza y lo hizo dejando por los suelos a todas ellas al originar en Arce «un dolor de verdad» que le hizo llorar. «Yo tenía un duelo con el fútbol hasta que conseguí curar las heridas», explica con voz entrecortada.
«Mis luxaciones de rodilla fastidiaron mi vida como persona y deportista»
Todo el mundo tiene derecho a jugar
La jugadora que defendió la portería de la primera selección española femenina recuerda ahora con cariño todo su pasado balompédico. Homenajeada por la federación, solo quiere que ella y sus compañeras de aquel fútbol femenil de los 70 en la Comunidad Valenciana también tengan el hueco en la historia que merecen. Le gustaría que las condiciones de los seleccionados nacionales sean las mismas independientemente del género y anima a todas aquellas niñas a jugar al fútbol: «Solo quiero que cojan una pelota y que disfruten. Todo el mundo tiene derecho a jugar».
Cuando no tenía ganas de seguir, vestirse de corto y situarse bajo palos la ayudaban a evadirse de los problemas. «El fútbol fue lo que me salvó para no desequilibrarme», aseguraba. El deporte rey ha sido su vida entera y quiere que siga siendo parte importante de muchas niñas que quieren ver como su sueño se hace realidad. No hay debate que valga: «El avance del fútbol femenino es un hecho real e imparable».
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